Diario de un padre de familia confinado: Día 30

Día 30 del año 1 después de Covid 

Una elucubración sobre perros y niños  

Recuerdo mis años universitarios con la nostalgia propia de una época que mezcla madurez y libertad. El tránsito de la juventud hacia la vida adulta. Primero, en Vigo; luego en Pamplona. Tuve tiempo de hacer buenos amigos en ambas ciudades, tan distantes, tan distintas. El orden frente al caos; el mar contra su ausencia; el silencio mirando a los ojos del bullicio. 

Pero lo que hoy viene un poco al caso es el proyecto fin de carrera de Navarra. Qué bien lo pasamos, carajo. Imagínense un grupo de jóvenes en plena ebullición y crecimiento, al calor de una primavera aún por estrenar, con todos los sentidos disparados, y una sola preocupación: hacer el mejor trabajo posible.  

En medio de ese caldo de hormonas y neuronas, decidimos hacer una revista relacionada con el mundo del hogar, de ‘todo’ el hogar, no sólo de la decoración, para que me entiendan. La bautizamos de modo muy o poco original, porque estas cosas son tan subjetivas… ‘Metro cuadrado’: m2. Y apostamos por un reportaje de apertura que llamaba, ya entonces, y mejor me guardo el año, a la provocación.  

¿Qué cuesta más: un niño o un perro? Este, así de simple, era el titular de portada. Una excusa perfecta para inmiscuirnos en los apasionantes universos de los perros y de los niños. Pañales compitiendo con bozales; el chupete y la correa; el pienso confrontado a los potitos. Era un análisis, eso sí, cortoplacista. A un año vista. A la larga, un niño, a poco que acabe produciendo, debe resultar más rentable. Aunque de todo habrá hoy en día…  

Aquella pelea universitaria acabó en tablas, más o menos. Hoy la ventaja es de los canes. Al menos en lo que a la cuarentena se refiere. Y ha llegado la hora de exigir una equiparación. No digo yo limitando los derechos de los perros u otros animales de compañía, líbreme Dios, si no simplemente incrementando un poco el espacio vital de los pequeños.  

Porque si puedo pasear portando una mascota en la correa, ¿por qué no puedo hacerlo llevando de la mano a uno de mis hijos? ¿Se les ocurre acaso una estampa más adorable? No hace falta que respondan, es una interrogación retórica. Ya en serio, me parece de justicia para esos millones de padres y madres confinados, que suman hoy un mes en cuarentena, poder salir un rato al exterior para que sus pequeños vuelvan a saber lo que es el aire, el sol, el viento o incluso la lluvia. Algunos estamos dispuestos a mojarnos. Se lo dice un padre de familia numerosa.