15 jugadores para 15 días de cuarentena
O más o menos; o lo que venga; o lo que nos dejen; o lo que nos obliguen. Los próximos 15 días iremos desvelando un listado con los 15 mejores jugadores de la era moderna del Real Club Celta. El algoritmo, que no existe, ha calculado la lista en función a su impacto en el campo y a a la importancia en nuestro ideario. Y como toda lista de este tipo es una mentira en sí misma, pero la cuarentena todo lo permite.
Échenos una mano, disfrute y haga la suya, y si es el caso díganos lo equivocados que estamos que tiempo tenemos para pensar en este y en otros dramas mucho peores.
14. El bigote de la Patria

Temporadas : 79/80 a 82/83 y 83/84 a 95/96
Partidos: 194 en primera división 115 en segunda y 17 en copa
Goles: 14
Nicolás Maduro se refiere a sí mismo como eso, el bigote de la patria, en Vigo durante 15 temporadas sólo hubo un bigote: don Vicente Álvarez Nuñez.
Han pasado los años y seguramente Vicente es uno de esos jugadores que he idealizado en mi memoria. Vicente es el odio eterno al futbol moderno, con su esparadrapo como brazalete, su brega para la época, y para el Celta en el que jugaba su visión e inteligencia.
Para mí, y no creo ser original aquí, el de Ourense es el gran capitán de la era moderna del Celta. Celeste en tres categorías, celeste 15 años, la zancada que parecía infinita y el golpeo de balón al borde del área hacían de él fundamental para cada uno de los entrenadores que paso por el banquillo de Balaidos. De amplio despliegue físico, perjudicado por las lesiones, siempre fue capaz de volver a los terrenos pese a pasar por quirófano en varias ocasiones.
Y de aquella época tendremos que hablar de Madrid, de un 20 de mayo de 1994 y lo que pudo ser el primer título del fútbol gallego. Aquella Copa del rey en la que Logroñés, Oviedo y el Tenerife de Valdano y de Cappa cayeron ante el empuje de los entonces pupilos de Txetxu Rojo. Se definiría en el calderón, en una fecha que una canción de Celtas cortos ha inmortalizado. Caímos, caímos como siempre cae el Celta, dejando el poso en su afición de y si… Lo suficientemente cerca de ganar para que sea más dolorosa la derrota, tan cerca que podemos soñar aún con Vicente levantando esa maldita copa que se nos ha escapado demasiadas veces.
Para siempre ese 6 en su espalda y ese esparadrapo en su antebrazo, para siempre un jugador diferente, nuestro Gran Torino, el bigote de nuestra patria celeste. Se fue en 1996 y automáticamente se llevó la insignia de oro y brillantes, porque nunca fue el mejor, quizás por talento no debería entrar ni en un Top 50, pero pelearé a puños desnudos con cualquiera que trate de manchar la imagen de don Vicente Alvarez Nuñez, “Oh Capitán, mi capitán”.