«En unos días sabremos si el centenario se celebra en un derbi en A Malata o quizás la fortuna nos entrega una nueva oportunidad y entonces todos, plantilla, afición, prensa y, sobre todo, la propiedad del Celta deberá decir: No más»
El 25 de noviembre de 1980, Sugar Ray Leonard y Roberto ‘Mano de piedra’ Durán se enfrentaron en el superdome de Luisiana; era la revancha de la primera derrota profesional de Leonard, seis meses atrás en Montreal.
La gran estrella del boxeo tras la retirada de Muhammad Ali, guapo y con una sonrisa de esas que llenan una sala, educado, modélico y carismático a rabiar, Sugar Ray, había caído contra el feo, duro y panameño ‘Mano de piedra’.
Corría el octavo asalto de la revancha en Nueva Orleans cuando Roberto abrió sus brazos y espetó al árbitro de la contienda: No más, no más.
El martes cuando Unai, profesional de esto, olvida o desconoce una norma de su trabajo y el penal que había fallado Stuani debe repetirse, el celtismo suspiró y entre dientes dijo: no más.
Porque desde hace 6 años han pasado Unzué, Mohamed, aquel portugués, Escribá, Junyent, el Chacho y ahora Carlos, y todos con unos patrones parecidos. La mayoría consiguieron un pico de resultados, una idea más o menos mantenida en el tiempo, y a la primera mal dada, a los primeros momentos de zozobra, la plantilla, con una fuerza mental digna de un playmobil dice y dijo: No más.
Mouriño y sus ideas, acólitos y secretaría deportiva han ido confeccionando plantillas pobres con falta de nivel y en muchas ocasiones caras para el rendimiento ofrecido. Ha incidido una y otra vez en un medio campo pequeño de estatura, corto de calidad y escaso de carácter. Cada inversión arriesgada ha salido mal. Cada operación económica de montante elevado ha fracasado en el césped.
Poco nivel y menos inteligencia, un equipo que se deprime fácil, que se amedrenta y se bloquea como la espalda de su líder, Iago, que hace 2 semanas tuvo que decir: No más.
Volvió el martes el de Moaña, cuatro balones tocó y todos mal, impropio de él, o de la idea que tenemos de él. Mientras se apaga el físico de Aspas se aprecian más en sus gestos el desgaste del Sisifo celeste, que cada vez que ha llevado a esta losa a la cima de la montaña ha visto como a la siguiente mañana la inmensa carga estaba de nuevo abajo.
La afición, histérica y deprimida viendo a uno de los mejores que nunca vistió esta camiseta apagarse y a la joya más deslumbrante que jamás ha salido de la tan cacareada Madroa quebrarse entre rumores y ruedas de prensa presidenciales, asiste impávida a una batalla por el nombre de una grada sin acabar en un estadio municipal que tiene nombre de un banco.
Quizás sintiéndose demasiado cansada se giró al palco y pidió a Mouriño que se fuera, sin pensar en que en 2023 a estas alturas en las que está la sociedad todavía puede haber alguien peor que Mouriño como propietario.
Pedían explicaciones a un equipo cuya comunicación institucional se debate entre la hija que no quiere que se le llene el campo de gentuza, el nieto que pide a gritos heredar que si no se queda sin comer, y las declaraciones institucionales dignas de un adolescente con crisis de ansiedad.
Roberto Durán volvió tras aquel feo día en Nueva Orleans, es uno de los más grandes de la historia del Boxeo en cualquiera de sus pesos, y aunque en una época decidió que debía celebrar más que entrenar supo decir «No más».
‘Mano de piedra’ era aguerrido, duro y contundente. Una intimidante fuerza de la naturaleza lleno de confianza y desparpajo, pero hasta él epitome del macho alfa sufrió una crisis que no le permitía siquiera pelear.
Dos empates necesita el Celta en las dos jornadas que quedan por delante, no más. Parece pedirle demasiado a un equipo al que solicitarle que no se cague encima luce como un imposible. Quizás como hace 3 años debamos confiar más en la inutilidad del resto que en nuestras posibilidades, como aquella noche de verano de julio de 2020 cuando un tal Oscar mandó a las nubes un gol cantado que supondría la salvación del Leganés.
No más peleas con la ciudad, el alcalde, la afición, los comuneros y la prensa. No más mentiras, verdades a medias, quejas, llantos y dramas inventados, no más porteros de la cantera ni centrales con proyección, no más jugadores de menos de 170 centímetros, talentos escandinavos por explotar ni delanteros a medio retirar pasados de kilos.
No más Celta, no más afición histérica, no más estandartes derrotados, no más estupideces en la confección de plantilla. En unos días sabremos si el centenario se celebra en un derbi en A Malata o quizás la fortuna nos entrega una nueva oportunidad y entonces todos, plantilla, afición, prensa y, sobre todo, la propiedad del Celta deberá decir: No más.