Más de la mitad de las emisiones de carbono que genera la UVigo se derivan de la movilidad

La Universidad de Vigo incrementa sus emisiones de CO2 y supera las 27.000 toneladas anuales

La huella de carbono anual de la Universidad de Vigo es de 27.081 toneladas de CO2 equivalente, lo que se traduce en 11.925 toneladas CO2 eq/persona. Esta es una medida de impacto ambiental que estudia las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, medidas en kg de CO2 equivalente y que la Oficina de Medio Ambiente viene empleando desde 2002 para evaluarla el impacto de las actividades de la institución en medio ambiente.

Según el último informe publicado, que analiza los datos de 2018, y como viene sucediendo desde que se tienen datos, la movilidad de los miembros de la comunidad universitaria sigue siendo la principal actividad generadora de CO2, siendo responsable del 57% del total. Así, la movilidad en el campus de Vigo produce 19.196 t CO2 eq (un 70,9 % de las emisiones totales del campus) y en el campus de Pontevedra, 3989 t CO2 eq (un 0,88 % de las emisiones diera campus), contrastando con los resultados obtenidos para el campus Ourense con 3896 t CO2 eq (un 0,78 % de las emisiones totales de este campus).

En lo que se refiere a las cifras por campus, Vigo produjo 19.196 t CO2 eq (el 70,9 % del total de las emisiones de la Universidad), mientras que el campus de Pontevedra sólo emitió 3989 t CO2 eq y el campus de Ourense 3896 t CO2 eq. El principal motivo de esta diferencia entre los tres campus es que el campus de Vigo alberga aproximadamente el 57,89 % de las personas de la Universidad y tiene un marcado perfil científico-técnico, con disciplinas técnicas y científicas y diversos centros de investigación de alto impacto (Cinbio, Cacti, MTI…). Este tipo de instalaciones implican un mayor gasto de recursos y generación de residuos que otras disciplinas del ámbito de las Ciencias Sociales.

Fuentes de emisión

Por detrás de la movilidad, que fue la responsable del 56,7% del total de las emisiones de la Universidad, otro 16,72% de las emisiones están asociadas al consumo de energía eléctrica. Este valor varía mucho en función del campus, ya que en tanto que en el campus de Vigo el consumo de energía eléctrica produce el 17% de las emisiones totales y en el campus de Ourense el 20%, en el campus de Pontevedra solamente representa el 11%.
Con una cifra muy semejante en el que la emisiones se refiere (15% del total) se sitúa la construcción. En el campus de Vigo y en el de Pontevedra este valor es de 13% y 16% respectivamente, en tanto que en el de Ourense aumenta a un 22% de las emisiones totales. El consumo de gasóleo C es también un factor importante en el cómputo global, ya que representa el 6% del total de las emisiones. En el campus de Vigo el consumo de gasóleo C corresponde al 6% de las emisiones, y en el de Ourense al 13%. Mientras, en el campus de Pontevedra se eliminaron por completo las posibles emisiones derivadas de gasóleo, ya que fueron relevo o adaptadas todas las calderas la otras que consumen gas natural. El 1 % restante de las emisiones están asociadas al consumo de papel, a la gestión de los residuos, al consumo de agua y al consumo de gas natural.

Evolución histórica

En el año 2018 la Universidad de Vigo emitió a la atmósfera de 27.081 toneladas de CO2, lo que representa una huella de carbono de 1,19 toneladas de CO2 eq/persona. Esta cifra es superior a la de años anteriores, en los que venía produciendo una merma continuada de las emisiones anuales: 0,97 toneladas de CO2 eq/persona en 2006 y 0,95 en 2017, por ejemplo. Con todo, y a pesar de esta senda de reducción de las emisiones por persona dentro de la Universidad, el resultado total de la huella de carbono se incrementó en el año 2017 y se volvió a incrementar en el 2018.

Este aumento es consecuencia, por una parte, del crecimiento de la Universidad de Vigo con la puesta en marcha de nuevas instalaciones (Cacti, Cinbio y MTI) y, por otra, de la reducción de número de personas que forman parte de la comunidad universitaria. A esto hi que sumar, como destacan desde la OMA, que en el año 2016 se produjo una actualización muy importante de los factores de emisión empleados, un cambio metodológico que implica una variación en los resultados que tiende a aumentar las emisiones de CO2 asociadas a las diferentes variables.