Fado alegre

«Carvalhal ha resultado ser un tipo audaz, capaz de utilizar y ser ágil con las 5 sustituciones, capaz de probar hasta encontrar su sistema, de asentar atrás primero, para ir a tumba abierta cuando lo pide el día como en San Sebastián, de intercambiar golpes como con el Betis, de soportárselos al Atlético y de morderle al Athletic cuando flaqueó por sus esfuerzos en Copa»

Elvis es un intérprete sin talento subido a una ola de histeria colectiva… Atrae a una media de dos mil niños por actuación y la mayoría son chicas. Elvis no sabe cantar, no sabe tocar la guitarra.

Herb Robe, Miami Herald, 4 de agosto de 1956.

Hemos drafteado a un buen jugador, sin duda, pero que nadie piense que es el tipo de jugador que cambia el sino de una franquicia.

Rod Thorn, general manager de los Chicago Bulls tras seleccionar a Michael Jordan.

Un mamarracho, un mamarracho del que no pienso ni aprenderme el nombre porque en marzo estará despedido.

José Maria Sendra, en Vigohoy sobre Carlos Carvalhal en noviembre.

Las grandes verdades del deporte profesional suelen ser mentira; ante cada axioma puede uno plantar ejemplos de lo contrario, siempre se necesita un par de momentos afortunados, una lesión aquí, una ocasión fallada allá, un aleteo de mariposa que provoque el terremoto 4 semanas después a 700 kilómetros.

Días como el de Osasuna, Almería o Mallorca no le hacían a uno pensar que Carlos Carvalhal fuera algo más que un vendedor de humo, el comerciante del Monorraíl, uno de tantos filósofos que nos va dando el fútbol post Guardiola.

Pero ya el día del Villarreal, en la segunda parte se atisbó valentía, incluso una idea.

Llegó el fin del mercado invernal y el Celta reforzó a un rival directo por la permanencia para quitarse el desorbitado, desquiciante y desaprovechado contrato de Denis Suárez, incorporó a un delantero, que ofrecía dudas pero decidió que ni la portería, una vez más, ni el resto de posiciones necesitaban arreglo.

Se enredó con una supuesta petición de salida del capitán del equipo, y la mariposa aleteó y Diego Alves aterrizó en Vigo al fin tras varios períodos en los que se rumoreó con él tras la lesión de un tremendamente decepcionante Marchesín.

Y entre todo eso, en una serie de 4 partidos que daban un miedo atroz, con un horizonte hace un mes donde se imaginaba a un Celta desenganchado y solo por delante del Elche, 7 puntos de 12 ante rivales de la zona noble, y la sensación de que este domingo ante el Valladolid el Celta puede empezar a poner tierra de por medio con el infierno.

Carvalhal ha resultado ser un tipo audaz, capaz de utilizar y ser ágil con las 5 sustituciones, capaz de probar hasta encontrar su sistema, de asentar atrás primero, para ir a tumba abierta cuando lo pide el día como en San Sebastián, de intercambiar golpes como con el Betis, de soportárselos al Atlético y de morderle al Athletic cuando flaqueó por sus esfuerzos en Copa.

Y Carvalhal, aparte de ser proactivo, de buscar soluciones en su plantilla, de ordenar la casa, ha tenido ese puntito de suerte de cara más veces de las que no, y en la vida muchas veces, por mucho que nos guste negarlo, el azar va definiendo las metas que conseguimos con nuestros esfuerzos.

Los dedos de Oblak llegaron tan a tiempo como la expulsión a William Carvalho en el camp Nou una semana antes de enfrentarse con el Celta, convirtiendo al equipo verdiblanco en algo más endeble, como esos centímetros que hicieron que Sancet, delantero de moda del Bilbao, estrellase en el palo una ocasión de esas que son de meter, tan a tiempo como ese despeje torpe de Le Normand en el 93 que premiaba una segunda parte donde el Celta llevó el cántaro a la fuente una y mil veces.

Habrá que confiar pues en la flor de Carvalhal y en su buen hacer, habrá que confiar en eso porque hay otros que fuerzan ellos mismos el aleteo de la mariposa, sea con 150.000 o con medio millón de euros. A esos el azar no les regala 3 partidos de sanción por decir: “Qué prepotencia”