Por Jose María Sendra.
Tyson Fury devolvió al boxeo a las primeras planas de los periódicos el sábado pasado. El británico derrotó a Deontay Wilder de la manera que todos pensaban que el de Alabama terminaría con él. Siendo agresivo y acabando en K.O. Un combate para la leyenda de este deporte maltratado por el paso del tiempo.
En los cármenes hace ya muchos años, con un Aspas que dejaba destellos pero no leía los partidos y lo que necesitaban de sus cualidades una noche larga de primavera se murió el primer sueño de retorno a primera, en una tanda de penaltis que se sumó a las fatídicas de la lista del Celta.
El rey gitano, que así se hace llamar porque es gitano y es el rey en lo que hace, una noche que suponemos fría en el noviembre de Dusseldorf acabó con 10 años de tiranía de Wladimir Klitschko en los pesos pesados, por decisión unánime, porque así suele ganar Tyson, siendo el mejor boxeador y no el mejor pegador del ring. Conseguida la posiblemente mayor hazaña del boxeo en el siglo XXI, Fury entro en una espiral de drogas, prostitución, alcohol y fiestas, su celebración infinita terminó cuando apenas meses después de su mayor momento de gloria decidió comprarse un Ferrari y estrellarse contra un puente a 300 km por hora para terminar con su depresión y agonía.
El Celta terminó 2018 con la plantilla que había cosechado las mayores hazañas de la institución ahogada en su depresión, deambulando por la zona media baja durante todo el año. Y decidió comprarse juguetes caros y no cuidarse, y a 300 km/ hora trató de estrellarse para curarse esa depresión en la que había entrado tras su mayor éxito.
También en Junio de 2018 Fury regresaba, recuperado y dispuesto a aprovechar la segunda oportunidad que le regalaba la vida, Tras dos peleas con victorias a los puntos y por retirada de sus oponentes le llegó la primera oportunidad de redención. El primer Wilder vs Fury estuvo a punto de ser el fin del británico, a escasos segundos del K.O. Logró sobreponerse y su superioridad en el resto del combate le dió un respiro y las tablas.
En la parte media de 2019 Iago aspas anoto en una semana 5 goles y dió en bandeja otro en tres partidos tras volver de una lesión de casi 4 meses. El celta al borde del knockout se levantó por la garra de su gran figura, ya histórica, porque ahora sí lee los partidos como nadie lo hace, porque todo lo que hace tiene sentido y esta pensado para hacer daño al rival y salvar a su equipo de si mismo.
El sábado Tyson Fury volvió a ser el campeón del mundo y del pueblo, del pueblo romaní, y el sábado Iago volvió a salvar a su pueblo, a su pueblo celeste.
Queda un mundo por delante, la banda celeste ha hecho los deberes en estas 4 jornadas, tres refuerzos invernales cargados de profesionalismo han compactado los retornos de canteranos y han liberado a los dos grandes pilares del equipo. Y Fury no debe celebrar en exceso, debe volver a entrenar y preparar revanchas millonarias y recordar lo que sucede cuando se alcanza el éxito y no se levanta uno inmediatamente al día siguiente, y el Celta debe acabar bien esta temporada, lograr finalizar sin agobios, que algún iluso haga cábalas y mire hacia arriba en la clasificación, retocar esta plantilla carente de cosas fundamentales e intentar retener los chispazos de genio, el celta debe volver a aquel camino de 2016 y 2017 y nunca ha estado en estas tres temporadas de bochorno y tristeza tan cerca como lo está hoy.