Nueva novela protagonizada por la inspectora española Valentina Redondo. En esta ocasión está de vacaciones en Escocia con su prometido, Oliver Gordon, cuya familia es de antigua raigambre en la zona. El padre de Oliver acaba de recuperar un antiguo palacio que perteneció a su familia cuando se construyó, aunque por distintas circunstancias históricas había ido cambiando de manos. Al iniciar las obras de reforma encontraron una sala secreta llena de documentos del siglo XVII y XVIII. Es posible – sólo posible – que se encuentre allí una copia original de las perdidas memorias de Lord Byron.
Autor: María ORUÑA – Editorial: DESTINO. Barcelona, 2022 – Páginas: 400 – Género: Costumbrista y Policíaca – Público: General
María Oruña (Vigo, 1976) se ha convertido en un fenómeno literario a nivel nacional. Hoy en día hay mucha novela negra española, y muy buena; y María es una de las grandes en este género. En los últimos años, ha tomado mayor protagonismo por una serie de libros que comenzaron en Puerto escondido, donde el joven Oliver Gordon toma el protagonismo, y se enamora de la que, con dificultades, es ahora su prometida, la inspectora de la Guardia Civil Valentina Redondo. El libro que reseño ahora es el quinto de esta serie, y los protagonistas siguen siendo la pareja formada por el profesor y la investigadora.
En esta ocasión la novela se sale un poco del género negro al que la autora nos tiene acostumbrados; es bueno estar sobre aviso, para evitar malentendidos. De hecho la novela ni siquiera transcurre en España. Valentina y Oliver están de vacaciones en Escocia, donde radica el apellido Gordon. Además, su padre acaba de adquirir un antiguo palacio en desuso, que perteneció a su familia, y quiere reformarlo para convertirlo en hotel. Cuando se encuentran allí el arquitecto y el constructor, se dan cuenta de que hay algo que no encaja en los planos del edificio. Y descubren, casi por arte de magia, un habitáculo secreto, donde descubren distintos documentos de los siglos XVII y XVIII. Al comenzar la revisión de estos, se corre la voz de que entre los papeles podría hallarse una copia de las desaparecidas memorias de Lord Byron. Aunque muy pronto, esa habitación queda destruida por un tremendo incendio, provocado… quizá por la misma persona que aparece calcinada en el mismo palacio.
No, Valentina no investiga el crimen; lo deja, lógicamente, en manos de la competente inspectora escocesa que acude al lugar. Ella solamente se interesa por todo, aunque siempre por encima; creo que este libro la trama criminal es colateral, no la principal. El libro es un acercamiento a la realidad actual de los buscadores de libros, estudiando cómo realizan su trabajo y cuáles son como los “santos griales” dentro de ese mundo (las memorias de Byron son uno de ellos). Paralelamente la novela se traslada al siglo XIX, donde tiene lugar una curiosa historia de amor entre un librero francés y una joven culta de la alta sociedad.
En mi opinión, María Oruña sale bastante airosa del ejercicio de equilibrismo que se ha impuesto con esta novela. Claramente ha salido de su zona de confort para escribir sobre libros y literatura, aunque apoyándose en los dos personajes que ha creado y que conoce tan bien, la entrañable pareja que forman Valentina y Oliver. Es una novela distinta, como ya he dicho; sorprendente en alguna medida, pero bien redactada. María Oruña ha querido – lo comenta en un apartado, al final del libro – imaginar la posibilidad de que en esos lugares secretos que aparecen, de vez en cuando, en construcciones antiguas, se encuentre algún tesoro literario de los que comentábamos antes. Lo dicho: una novela curiosa, pero interesante, y necesaria para los muchos fans de la pareja cántabra.