Día 3 del año 1 después de Covid
“El mundo se había puesto patas arriba”
Se pone el sol sobre la ciudad desierta. Un sinsentido de silencio devorado por el miedo. Las noticias se agolpan y, como es lógico, sólo hablan de Covid. El fantasma poco a poco se desliza entre nosotros. Más de 11.000 casos en España; más de 300 en Galicia. La cifra total de muertos se sitúa por primera vez por encima del 4% de afectados. Y ahí se van mis pensamientos sin quererlo, mientras que alterno el curro con las clases de los niños.
Esto último ha ido mucho mejor hoy. No hay nada como la experiencia para que todo fluya, incluso en cuarentena. La primera hora, para ellos. Cada uno en su mesa, pertrechados de tareas por hacer mientras descifro las instrucciones de Google Classroom. Loable invento que mandaría a un lugar muy bien nombrado por Ferrán Gómez. Tareas asignadas, acabadas, el chat de las profesoras, el horario de segundo de Primaria que nada tiene que ver con el de primero, y menos aún con las fichas de Infantil. La pequeña –poco más de un año de un ser comestible e insoportable al mismo tiempo- sobrevive anestesiada con BabyTV. Este sí, ¡qué gran invento!
Una vez descifrados todos los laberintos educativos, puedo empezar a trabajar. Luego, como siempre, la rutina: preparamos el almuerzo y obsequio a los pequeños con una ‘peli’ que me concede otra tregua para el trabajo antes de que vuelva mi mujer. Hoy sin mascarilla a la vista, por fortuna.
Aunque el miedo sigue ahí. Cada noticia es un pequeño golpe en la boca del estómago; un diminuto retortijón provocado por lo desconocido. Un paso hacia no se sabe dónde. Lo único claro es que, pese a todo, estamos un día más cerca del final. ¡Y qué final! Como ya insinúan los chats de amigos, “cuando esto acabe lo vamos a celebrar como cuando termina una guerra”. Nuestra guerra.

Cierro el día leyéndole a los niños. Como casi siempre. Muchas veces es un cuento infantil; otras, lo confieso, un trozo de la novela que tenga entre las manos –nunca es Stephen King, no se preocupen-. Hoy, “Voces de Chernóbil”, una seductora pieza de diez años de periodismo a través de más de 500 testimonios recabados por Svetlana Aleksiévich. Uno de ellos, da igual quién, rememora: “No se podían creer que en un día el mundo se había puesto patas arriba y que vivían en uno distinto”. Y Macarena exclama: “Papá, como con el coronavirus”. Pues eso. Buenas noches.