Diario de un padre de familia confinado: Día 25

Día 25 del año 1 después de Covid 

No puedo más  

¡No puedo más! Echo de menos tantas cosas, que no puedo más. Esa resulta hoy la simple realidad de este diario. Noto como la tensión, el encierro, la falta de contacto social, el aturdimiento, se concentran y se transforman en una especie de rabia contenida, que a su vez deriva en testosterona acumulada. Y me pongo a jugar con mis hijos, convirtiéndome en el terrible monstruo de las cosquillas, a cuatro patas, en cuclillas, ya de pie. Los capturo, los levanto y los arrojo por el aire, recogiéndolos antes de que caigan, por supuesto. Pero sigo sin poder más.  

¡25 días! Y los que quedan. Porque la jornada amaneció abarrotada de esperanza, con la señora ministra afirmando que a partir del 26 empezaríamos a redescubrir calles y plazas. Hasta los más tristes callejones voy a transitar, fíjense. Pero finaliza embutida de oscuridad, con el señor ministro diciendo que más adelante, que ya se verá, que vaya usted a saber.  

La única certeza es que nos queda una jornada menos antes de… ¿Antes de qué? Porque eso es lo peor. El cauce lógico de esta frase sería antes de volver a la normalidad. Pero sabemos que no es verdad, que no habrá normalidad tal y como siempre la hemos entendido. Tal vez haya que lucir mascarillas de esas que tienen de apellido FFP2, al estilo Hannibal Lecter; mantener las distancias de seguridad, como en las salas de visita de una cárcel; evitar los contactos; huir de la segunda oleada. 

Y ante tanta incertidumbre sigo sin poder más. Algo muy propio y muy humano. Perdónenme. A veces pasa. Mañana, Jueves Santo. Continuaremos. Y seguro que para entonces ya puedo más.