Jess Turner-Bridges es una periodista de mediana edad, natural de Australia, pero afincada en Londres. Un día cercano a Navidad recibe una llamada: su abuela, Nora, la mujer que la crió, tuvo una mala caída en su casa y está ingresada en el hospital. Jess decide acudir a cuidarla. Las pocas palabras incoherentes de la anciana en el hospital, y saber que estuvo especialmente inquieta desde que recibió la carta de un abogado del sur, conducen a la periodista a investigar sobre su propia familia, y un desgraciado incidente ocurrido en la Nochebuena de 1959, cuando una mujer y sus tres hijos aparecieron muertos en extrañas circunstancias, cuando estaban celebrando un pícnic en su propia finca.
Autora: Kate MORTON – Editorial: SUMA. Barcelona, 2023 – Páginas: 728 – Género: Novela costumbrista – Público: General
Vuelve Kate Morton (Berri, Australia, 1977) a publicar una novela muy de su estilo, cinco años después de La hija del relojero. Vuelve, además, con el estilo que le dio tan buenos resultados, el mismo de su celebrada El jardín olvidado, y no ha perdido un ápice de su elegancia y su intensa pluma. Aunque, la verdad, las dos novelas son casi un calco una de otra.
Londres, 2018. Jess está intentando salir adelante en Londres. Es periodista independiente, pero tiene muy poco trabajo. Apenas gana para pagar el piso, cuyo alquiler contrató a medias con su novio, con el que rompió un par de años atrás. En medio de los agobios propios de su situación, recibe una llamada: su abuela, en Sidney, se ha caído por la escalera y ha sido ingresada en un hospital. La anciana Nora fue quien crio a Jess, por lo que ella se siente obligada a dejarlo todo y volar a Australia. Cuando llega allí se entera de que su abuela se cayó al intentar acceder al desván… lugar donde nunca subía, y que Jess tenía prohibido desde que era niña. La joven decide investigar qué pudo ser lo que llevó a una nonagenaria a hacer algo tan peligroso.
En otro orden temporal, entre capítulos, la novela nos traslada a 1959. Un día de Nochebuena, mientras regresaba a su casa, un granjero descubre a una familia principal de la zona (tres hijos con su madre) muertos a la orilla del río, donde posiblemente estaban celebrando un pícnic. No se aprecia ningún signo de violencia, por lo que la policía empieza a investigar qué pudo haber pasado. ¿Les han envenenado? En ese caso, ¿quién ha podido ser?, porque no parece que nadie haya estado en la casa…
Esto de crear dos o más historias en un mismo libro, en dos tiempos o espacios diferentes, es un recurso que siguen utilizando muchos autores, Morton entre ellos. En este caso tengo que decir que la unión entre ambos relatos se ve venir de lejos, aunque quizá no hasta los detalles. En mi opinión no le ha salido tan bien como otras veces la creación del suspense, si se puede llamar así, y no me llegó a enganchar a la historia. Y debo decir además que las últimas páginas giran demasiado sobre el argumento, como si quisiera alargar la intriga hasta el infinito, y creo honestamente que no hacía falta. Si a estas alturas el lector seguía con la novela, ya no era por su misterio.
Y es que Kate Morton escribe muy bien. Es una gran psicóloga, y llega muy lejos en el interior de los personajes que describe, especialmente los femeninos. Y es una amante de las plantas, por lo que su descripción de los jardines y paisajes de su Australia natal son muy vívidos… Y también un tanto extensos. Reconozco que, a veces, se me hizo un poco largo tanta planta y tanta flor. Que lo hace muy bien, insisto, pero a mí, que soy muy bruto, me cansa un poco. No obstante, me compensó el esfuerzo, porque leer a Kate Morton, sobre todo con tiempo por delante, siempre resulta muy agradable.